lunes, 21 de septiembre de 2009

Gracias por dejarme ir…

En los últimos días he tenido la oportunidad de revivir hermosos recuerdos, estar en reencuentros, complicidades… y desde la reflexión y en todo el vivir dentro de mí, me preguntaba: ¿Cómo escribir esto que siento?, ¿Qué nombre le puedo dar?, ¿Cuál es mi aprendizaje?

Hoy, luego de una inusual caminata en la mañana, descubrí que parte de lo que me estaba pasando lo relacionaba con la distinción de la ontología del lenguaje de “las declaraciones”, entendiendo las declaraciones como movimientos de apertura para generar futuro, es decir, a partir de lo seamos capaz de declarar (decir), nuestro mundo y el mundo de otros puede cambiar.

Dentro de las declaraciones fundamentales de la vida, en este articulo me quiero referir específicamente a la declaración del agradecimiento: “Gracias”. Palabra que como palabra en sí no es trivial, aunque la podamos asociar a eventos de respuesta automática dentro de lo socialmente cordial y aceptado.

La declaración de “Gracias” nos da la oportunidad de reconocer lo que la vida nos ha proveído, el reconocimiento a los demás y lo que hemos sido capaz de lograr (reconocimiento propio). La canción interpretada por Mercedes Sosa “Gracias a la Vida” me da esa amplitud de cómo las cosas simples y relacionadas con el día a día (caminar, mirar, oír, sentir, amar…) pasan a formar parte de nuestra transparencia, siendo valoradas sólo al momento de perder alguna de ellas; esto lo asocio con el dicho popular de “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde…” que interesante sería “reconocer lo que tenemos, hemos logrado y merecemos antes de perderlo”...

Pareciera que al declarar las “gracias” son estas solo sobre la base de conductas, resultados o acercamientos positivos… he aquí mi aprendizaje… y es declarar las “gracias” ante eventos que generaron heridas en el alma… mi alma…

Como diría mi gran amigo José Arturo Contreras: “de lo malo también se aprende…”, yo agregaría: del dolor también se agradece… sin que esto pareciera aludir a una escena de opera ni mucho menos… es poder interpretar o reinterpretar que a partir de lo que ocurrió y generó dolor, surgieron nuevas posibilidades de acción, obteniendo resultados diferentes. Es asentir lo ocurrido, desde la paz, la aceptación, que es muy distinto a estar en resentimiento o en resignación.

Al dar las gracias, somos capaces de reconocer e incluir a otros en nuestra vida, comenzamos a dejar la exclusión a un lado… y en eso de ser coherente quiero decirte que:
Gracias a alguien que abrió o cerró una puerta, o simplemente me dejó ir… hoy puedo estar aquí… para ti… escribiendo esto que llena mi alma y conforma mis propias heridas… y “Gracias a mis heridas” puedo reconocerme y comenzar a tener una mirada diferente… Gracias por estar, por pertenecer, gracias por influir y afectar mi vida… gracias por compartir este espacio de aprendizaje…

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