domingo, 8 de junio de 2014

¡Hoy ya salió el Sol!



La vida es un pulsar, donde existen distintos ritmos que de forma consistente y natural nos demarcan ciclos. En nuestro vivir, en oportunidades, por no decir que de manera recurrente, cuando nos enfrentamos a ciertos desafíos terminamos en una disyuntiva ante la vida, y esto aparece como consecuencia de  las expectativas que generamos de lo que “queremos” versus lo que se nos presenta.

En ocasiones escucho frases como: “la vida es dura”, “la vida es compleja”, la vida no es fácil”. Al final, más que hablar estas frases de la Vida, en sí, habla de cómo la gente la vive. La vida simplemente “es”, “la vida saber vivir”.

Cuando no aceptamos aquello que nos ocurre, debido a que las expectativas nos “dominan”, dejamos de “ir con” para iniciar una “lucha en contra de”.

Cada vez que nos metemos en expectativas y estas no son satisfechas, realizamos un consumo invalorable de energía, y en consecuencia, atentamos contra nuestro organismo, sometiéndolo a altos niveles de tensión, y en el camino dejamos de sentir el placer, el disfrute y la alegría de vivir.

Estar vivos es sumergirnos en la sublime experiencia de la vida, es sentir la plenitud. Aceptar  lo que  sucede y nos sucede es un primer paso de conectarnos “con” y así dejar la lucha y el esfuerzo. Es asentir todo aquello que no podemos cambiar, lo que ya ocurrió. No es hacer caso omiso a lo que nos ocurre, es fluir ante lo que nos ocurre.

Hace muchos años un amigo al verme triste y con un llanto inconsolable me dijo: “todos los días sale el sol”, hoy al recordar esta frase lo puedo conectar con el que vale caer, sentir tristeza, rabia, frustración, y como todos los días sale el sol, ese tiempo nos dice “llegó un nuevo día”, por lo que los espacios  reservados para el sufrimiento lo podemos ir haciendo más cortos, hasta que nos habituemos a vivir en plenitud, sin expectativas y juicios que nos enganchen al sufrimiento.

Es poder mirar cada situación como un desafío amoroso, que nos permiten encontrar nuevas  posibilidades de aprendizaje. Entendiendo que la vida tiene un ritmo y acoplarnos a él es volver a lo natural.

Tal vez es la hora de soltar viejos esquemas, iniciar un camino de “ir con”, sonreír, mirar al cielo y ver  que ¡hoy ya salió el Sol!

martes, 25 de febrero de 2014

El mundo en el cual vivo



Hace un par de meses tuve la oportunidad de leer el libro “El Quinto Acuerdo” de Don Miguel Ruiz, y en el sumergirme en sus aprendizajes tuvo mucha resonancia en mí las distinciones de “realidad” y “realidad virtual”, a esta última también la podemos llamar creación.
  
Desde la compresión de los Toltecas, nuestra vida se centra en un sueño, sí, vivimos en un sueño, donde la realidad es aquello sobre lo cual podemos dar sentido sin requerir un símbolo (palabras que utilizamos en el lenguaje) y el sueño como tal es la realidad virtual, es decir, la creación que hacemos sobre lo que interpretamos de la realidad, los Toltecas a esta realidad virtual la llamaron “arte”.

A partir de estas creencias, podemos decir que somos los artistas de nuestra vida, es decir, somos los creadores del mundo en el cual vivimos, y esto surge o emerge de todos los pensamientos que producimos en nuestra mente.  Esto quiere decir que tenemos el poder de crear el mundo que nos rodea, que todo el sufrimiento que vemos afuera, zozobra y caos no es más que nuestro, que sufrir es un sueño propio y ser feliz también.

Más allá de lo que tangiblemente pudiésemos o no cuestionar como “real”, hay un componente emocional que es individual y nos motoriza para la acción, y que a partir de que observamos algo surge nuestro mundo interpretativo y cada realidad pasa a ser de determinada forma de acuerdo con quien lo observe.

Bien sea desde la vertiente de los Toltecas, Budistas, entre otras corrientes de pensamientos, hay una coincidencia en cuanto a cómo influye la mente en lo que tenemos y atraemos a nuestras vidas. Es por esto, que he decidido creer que puedo modificar el mundo en el cual vivo, y así lo hago, reconociendo en principio que todo ocurre en mi mente, y que se hace necesario el poder “amaestrarla” y tenerla en el presente.

Todo sufrimiento humano inicia con pensamientos que hacemos del pasado o hacia el futuro, y de esta manera comienza nuestro calvario, con cruz y corona de espinas incluida. Esto significa que salimos del presente, y nos quedamos en el mundo de la mente.

¿Cómo podemos crear un nuevo mundo para nosotros? A continuación te doy algunos tips que para mi han sido útiles:

.- Meditar, disciplinada y recurrentemente.
.- Observar mis pensamientos.
.- Ante pensamientos del pasado o futuro recuerdo la frase: “Solo tengo hoy”.
.- Abrir los ojos ante lo que observo y buscar la belleza en cada momento.
.- Recordar que el sufrimiento no es un sentimiento, sino un juicio.
.- Comprender que todo surge y desaparece, por lo que mi mejor opción es observar y esperar que lo que me perturba desaparezca.
.- Reconocer mi propio mundo, aceptar y legitimar en mundo de los demás.

Esta en nosotros hacer de nuestra creación un cielo o un infierno personal, una vez más estamos frente a la elección del mundo en el cual queremos vivir.

domingo, 19 de enero de 2014

Amores de mis entrañas



Hay deseos que nos acompañan desde los contextos sociales en los cuales hacemos vida, y hay otros deseos que vienen desde un lugar especial de nuestra alma, y como agradecimiento a la vida que mayor deseo que ser padres y madres…

Desde las distinciones de la terapia de Constelaciones Familiares, hoy les quiero comentar sobre los hijos nacidos y no nacidos que como tal forman parte de nuestro sistema familiar. Así es, nuestros hijos “no” nacidos también forman parte y cuentan como hijos.

¿Qué hace que no tomemos en cuenta los hijos no nacidos? Pienso que las causas o razones pueden ser diversas, mas hay una en especial que tiende a estar con frecuencia entre dichas causas, y es el dolor de la perdida, ante el dolor de no poder tener a ese hijo, una forma de “sanar” u “olvidar” es negando el hecho ocurrido, como una forma de suprimir el sufrimiento que esto genera, bien sea por una perdida natural o inducida.

¿Dolor y sufrimiento es lo mismo? Desde una comprensión ontológica no lo es, el dolor está asociado al espacio físico – biológico, esto podemos situarlo en el proceso de perdida como tal, y el sufrimiento es el juicio que deriva post perdida. Esto quiere decir que nuestra mente se ancla en el “hubiese sido”, “de haber nacido ahora tendría…”; es estar y generar pensamientos entre el pasado y el futuro, no estando disponibles en el aquí y ahora.

Cuando procedemos a negar la existencia de nuestros hijos no nacidos automáticamente los excluimos, quitando de esta manera el espacio que ellos tienen por derecho en nuestro sistema familiar. Esto trae como consecuencias: problemas de conductas de los hijos nacidos, otorgar responsabilidades a hijos nacidos que no le corresponden, predisponer la entrega de amor a los hijos nacidos, transferir miedos de pérdidas innecesarias, entre otros.

¿Cómo sanar el dolor de lo ocurrido? Reconocer y asentir el proceso de pérdida es un gran avance, es hacer conciencia de que somos padres desde el momento de la concepción, es en sí, dar su lugar a ese ser maravilloso que vino a nosotros con un mensaje y poder aceptar que un ser vive el tiempo que le toca vivir, sin hacer juicios de un futuro inexistente.

El abrazo es sanador, y aún más cuando conscientemente en ese abrazo acogemos a todos nuestros hijos, a los presentes y a los ausentes. Es decir a nuestro ritmo y proceso de sanación los hijos que tenemos, sin justificar lo que es… ¡yo tengo dos hijos maravillosos! ¿Y tú?

Seguidores